28 abr 2011

Underrated: A Saucerful of Secrets


Camino por el pasillo de mi biblioteca, con el sol apenas iluminando el lomo de algunos libros. Paso la mano sobre las letras como acariciando una malla imaginaria que yace sobre ellas. Al fondo, me encuentro con un pared llena de acetatos. Entre las carátulas resaltan diversos clásicos. Un prisma, un leñador, un cruce peatonal.

No decido sacar alguno de ellos de su jaula de cartón. Me veo tentado tentado por otro álbum, uno de esos que se aman pero nunca son citados en las grandes listas, un elepé underrated. Lo pongo en el tocadiscos e inmediatamente sonrío. Un bote, una pecera, un mosaico.


Despierto. No hay ni biblioteca, ni acetatos, ni tocadiscos. Lo más cercano a eso que tengo en la realidad es un mueble lleno de libros heredados y hojas de la U. Pero el disco sí es mío, está en mi corazón.

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La conversación esperada entre fanáticos de Pink Floyd es hablar de los mismos discos siempre: que The Wall, que el Dark Side, que el Wish, incluso el Piper at the Gates of Dawn, su primera producción, puede salir mencionado, pero muy pocos se detienen a analizar una de las obras más importantes de este conjunto británico y esta es, A Saucerful of Secrets (ASoS).

ASoS es sólo el primero de varios álbumes en donde la banda intentaba encontrar su sonido y experimentó hasta donde pudo. Un floydian o conocedor de la historia de la banda podría confirmarle que este es el único disco que cuenta con la participación de los cinco miembros de la banda tanto en el aspecto musical como en el de las voces (hasta Nick Mason, baterista, canta).

Sin embargo, A Saucerful se mantiene como el único disco de Pink Floyd que no entró en las listas de los mejores vendidos en norteamérica, además de contar con críticas de 3 o 3.5 de 5, bastante mal para un disco cualquiera y más considerando la cálida recepción que tuvo el debut de la banda.

Pero bueno, suficientes estadísticas. Al final lo que nos interesa es rendir tributo a esta magna pieza.

El álbum abre con un línea de bajo repetitiva en "Let There Be More Light", pieza llena de psicodelia. A este instrumento se van sumando poco a poco los otros hasta reventar en un espacio meditabundo cargado de voces. La melodía que contiene este segmento es usada por Roger Waters, por lo menos en 2 piezas más de este período, y éste incluso se equivoca en uno de los versos de la pieza. En los últimos segundos del tema se puede escuchar el primer solo de David Gilmour con la banda.

"Remeber a Day" es otra pieza llena de letras psicodélicas interpretadas por Richard Wright desde su piano. A esta le sigue "Set the Controls for the Heart of the Sun", una de las primeras obras maestras de cuando el señor Waters quería meter poesía china en todo lado. El caso completamente opuesto es "Corporal Clegg", que probablemente es la primera pieza en que Waters haría referencia a las consecuencias que había traído a su país la Segunda Guerra Mundial. Al final, se imita un tema militar con kazúes, momento cómico del elepé.

A la vuelta, empezamos de una con el tema homónimo al disco, una construcción épica de casi doce minutos. La mano se Wright se encuentra por doquier: golpes al piano, sintetizadores, todo esto sobre la base de percusión de Mason.

"See-Saw" es de esas piezas que aún en calidad de fanático olvido. Es bella por transportarnos a lo que probablemente fue el primer amor de Wright, pero su contenido no termina de llenar las expectativas.

"Jugband Blues" es de las piezas más melancólicas de la historia, me atrevo a decir. Es un grito con toda la desesperación que se le puede atribuir a un tipo adicto a los alucinógenos. Syd Barrett despide su último disco con la banda diciéndonos que no le importa si el sol no brilla, si nada está correcto, él seguirá siendo él y nada lo detendrá.

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A Saucerful of Secrets podrá no ser del tipo de álbum que todos aprecien, podrá tener errores, piezas sin terminar, pero tiene un aura especial que no todo álbum tiene: goza de calidez humana. La ambición es otro elemento palpable en el material, pero no es una ambición de banda de estadio, sino de banda que acaba de conocer lo que es tocar frente a miles y quiere dar lo mejor de sí.

Quizá eso de citar trasfondos no sea lo de muchos, pero si hay un disco que los tiene, es este y es precisamente eso lo que lo hace importante: refleja exactamente el momento en el que se encontraba la banda, con sus pros y contras y un olor a novato casi saboreable.

Ya se han expuesto en el texto suficientes motivos para considerar este uno de los álbumes más bajos de Pink Floyd, pero para mi no lo es, para mí es un álbum lleno de magia y sentimientos, para los que como yo, esperan.